Muchos detractores suelen separar el alperovichismo del kirchnerismo. Arguyen, por ejemplo, que el gobernador sólo actúa en forma acomodaticia para con el proyecto "nacional y popular". Sin embargo, ni siquiera aquel kirchnerismo que se proclama albacea del propio Néstor Kirchner -los movimientos vinculados a la juventud- resulta una masa compacta, indivisible, única. Por el contrario, las divisiones se ramifican ad infinitum. Es lo que está ocurriendo en la pulseada por el tercer lugar en la lista de candidatos a diputado nacional: no sólo luchan por imponer el postulante todas estas agrupaciones entre sí, sino que, incluso, la batalla se da puertas adentro de cada una de ellas, entre las líneas internas de un mismo movimiento.
Los heridos por estas luchas intestinas pasarán a engrosar las nóminas de los que van quedando tras el armado de cada lista de candidatos. El peronismo, que siempre "contiene" a los dirigentes que no resultan electos, sabrá qué hacer con todos ellos. No obstante, una persona lesionada no milita como quienes cuentan con todas sus fuerzas.